En esos tiempos complicados que a
veces, casi siempre y muy seguido tenemos, hubo un vacío en el que prendí la televisión, no la cambié, no le subí el volumen, sólo la encendí. No sé qué
canal era, no recuerdo siquiera qué era, pero recuerdo la escena, veía un grupo de amigos almorzando al aire libre, habían cervezas, había gente sentada en el
pasto, había gente ebria conversando sobre las mesitas de camping; mientras
veía esa escena traté de imaginarme dentro de ella, se me hizo casi imposible
hacerlo, cualquier cosa que se relacionara con risas era una utopía.
Tomé dos cervezas y caminé hacía
una banca, me senté de frente al sol, sentía como me quemaba, lo sentía enrojeciendo
mi cara. Nos apartamos del resto. Él se había levantado del pasto junto
conmigo y ya sentado frente a mí, de espalda al sol, me miró. Sentí todo
completo. Sentí que todo era cosa de tiempo. Conversábamos pero a veces me perdía
entre las palabras por no poder evitar pensar en lo que nos costó llegar hasta
ese día. Sentí una carcajada nacer de todas mis partes y salir entre mis toscos
labios que con esa misma emoción me acerqué a los suyos para hacerlo
más cierto.
No sé cómo lo recordará, no sé
siquiera si lo recuerda.
Yo quise dejarlo escrito.