
Tomé dos cervezas y caminé hacía
una banca, me senté de frente al sol, sentía como me quemaba, lo sentía enrojeciendo
mi cara. Nos apartamos del resto. Él se había levantado del pasto junto
conmigo y ya sentado frente a mí, de espalda al sol, me miró. Sentí todo
completo. Sentí que todo era cosa de tiempo. Conversábamos pero a veces me perdía
entre las palabras por no poder evitar pensar en lo que nos costó llegar hasta
ese día. Sentí una carcajada nacer de todas mis partes y salir entre mis toscos
labios que con esa misma emoción me acerqué a los suyos para hacerlo
más cierto.
No sé cómo lo recordará, no sé
siquiera si lo recuerda.
Yo quise dejarlo escrito.